"Yo he vivido el fracaso escolar"(pinchar y leer reportaje completo) que le hizo el diario "El Pais" sobre el tratamiento de los docentes a los "Malos alumnos"..reproducimos algunos conceptos ...
sábado, 4 de octubre de 2008
El Fracaso Escolar y los docentes
Es interesante leer la Entrevista a Daniel Pennac .El escritor francés regresa con" Mal de escuela "(Mondadori y Empúries), libro autobiográfico sobre el sufrimiento que experimentan los malos alumnos, que ha sido un éxito en su país, donde ha logrado reabrir el debate sobre la escuela. Daniel Pennac ejerció durante un cuarto de siglo el oficio de profesor
"Yo he vivido el fracaso escolar"(pinchar y leer reportaje completo) que le hizo el diario "El Pais" sobre el tratamiento de los docentes a los "Malos alumnos"..reproducimos algunos conceptos ...
"Yo he vivido el fracaso escolar"(pinchar y leer reportaje completo) que le hizo el diario "El Pais" sobre el tratamiento de los docentes a los "Malos alumnos"..reproducimos algunos conceptos ...
-Desde las primeras páginas, advierte que no ha escrito un libro sobre la escuela, sino sobre los malos alumnos. ¿Temía ser malinterpretado? -
Quería dejar muy claro que éste es un libro sobre el sufrimiento que produce el hecho de no comprender. No pretende analizar la institución escolar, sino ese tipo de dolor, que me parece bastante desconocido. Se suele creer que a los malos alumnos les da todo igual, pero la realidad es otra. El fracaso escolar se vive con un gran sufrimiento. Yo lo sé porque lo he vivido.
-¿Cómo se origina ese sufrimiento? -
Por el simple hecho de no entender la pregunta del profesor. Es algo que empieza a una edad muy temprana y que tiene efectos colaterales: el niño cree que no encaja en la escuela y desarrolla una especie de rechazo hacia la institución; la familia se preocupa y no sabe cómo ayudarlo, y el docente lo vive como un fracaso personal y profesional. Es como una bomba de fragmentación
-¿Cuál es su fórmula milagrosa?
-He comprobado que podemos curar las malas aptitudes si ignoramos las causas y nos concentramos en los efectos. Hay que resistir esa tentación natural que tiene todo joven profesor, que consiste en hurgar en el alumno para descubrir
por qué se le da tan mal la escuela. Lo más fácil es creer que un estudiante es malo porque sus padres lo sentaron sobre los fogones de la cocina como castigo cuando era pequeño. Siempre he desconfiado de ese tipo de discursos.
-¿Y cuál es su tesis?
-El problema está en la forma de enseñar ciertas materias. Muchos docentes deberían replantearse sus métodos. En mi caso, como profesor de Lengua, tenía que hacerles entender que la gramática no es un simple conjunto de reglas, sino el instrumento con el que la humanidad consigue expresar razonamientos y sentimientos. Que los adjetivos no son abstractos, sino que proceden del deseo de precisar el significado de un nombre. Que los pronombres pueden esconder grandes misterios. Si procedemos así, en poco más de una semana el alumno descubre cosas apasionantes, pero que siempre le habían enseñado de forma normativa y aburrida.
-¿Todos reaccionan con ese entusiasmo?
-No. La primera reacción siempre es: "A mí todo esto me importa un bledo". El reto es hacerles entender que la lengua es algo constitutivo, que sin la gramática no son nada. Que si no adquieren esa caja de herramientas, sus pensamientos los acabarán asfixiando en el sentido físico del término, porque no tendrán un discurso estructurado, no sabrán cómo exteriorizar sus emociones.
-¿Qué efectos ha observado en los alumnos que padecen ese problema?
-La violencia, el autismo, la esquizofrenia, el silencio absoluto y la estupidez, así como un fuerte deseo de vengarse de la institución y de los buenos alumnos. -Siempre se había creído que eran los buenos alumnos los que salían traumatizados del colegio por las burlas de los díscolos. -A corto plazo puede parecer así. Pero al final los buenos alumnos terminan enorgulleciéndose de su trayectoria escolar y confían en ellos mismos más fácilmente. ....
-"Siempre he pensado que la escuela la hacen, en primer lugar, los profesores", escribe. ¿Le parece una opinión generalmente compartida?
-Sí, el papel del maestro sigue siendo determinante y su responsabilidad, inmensa.
-¿Entonces por qué es un oficio desvalorizado?
-El principal motivo es que los niños de otras épocas no eran clientes, que es en lo que se han convertido hoy. El profesor que entraba en un aula hace cuarenta años se encontraba con treinta alumnos que no se planteaban qué estaban haciendo allí, simplemente lo aceptaban. Hoy se halla ante treinta clientes consagrados al consumo de bienes materiales: zapatillas deportivas, iPods y celulares de última tecnología. -¿Qué consecuencias tiene este nuevo estatus? -Los niños acaban confundiendo deseos superficiales con necesidades básicas. La publicidad se dirige a ellos desde que tienen 2 años. Si tienen la desgracia de que sus padres sean de los que se dejan estafar por esa propaganda que les asegura que si no les compran a sus hijos un juguete determinado eso significa que no los quieren, la situación puede volverse desastrosa. Yo les tengo que enseñar necesidades fundamentales, como estructurarse mentalmente, aprender a leer y a contar o estudiar las subordinadas. Los deseos del alumno son antagónicos a esta voluntad: los niños de hoy quieren consumir educación "a la carta", como quien compra productos electrónicos. ...
-¿Los estudiantes deben tratar al profesor de usted, como se hace en Francia? ¿Han de levantarse cuando éste entra en el aula, como pide Sarkozy? -
Son rituales de poder que no siempre van ligados a un respeto real. Si nos limitamos a conservarlos por tradición, el combate está perdido antes de empezar. Piense que algunas clases parecen un festín de feromonas, que algunos alumnos cuando vuelven de las vacaciones miden una cabeza más. Hay que ayudarlos a tranquilizarse. Con el silencio, por ejemplo. Al principio de cada clase les pedía que se callaran y que escucharan los sonidos de París durante unos minutos. Quiero creer que los ayudaba a concentrarse.
-¿Cuál fue la peor nota que llevó a casa?
-En Francia, los maestros apuntan comentarios con cierta mala fe al lado de la calificación de cada materia. Una vez me escribieron: "No hay nada que esperar de este alumno". Me pareció excepcionalmente cruel.
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